Es un lugar que marca un antes y un después. Increíble en toda su exención, pero su clima produce ese amor odio difícil de comprender.
27 de marzo de 2014 · 2 minutos de lectura
Mires por donde mires hay cosas para hacer, no hay día que quieras quedarte adentro mirando por la ventana. No es un lugar para ir a descansar, es más bien el lugar perfecto para practicar, aprender y hacer todas esas cosas que siempre quisiste. Desde trekking, deportiva, alpina, clásica, boulder y me quedo corto.
El ambiente del pueblo es casi en su totalidad climber, la sensación de estar caminando por el pueblo para ir a comprar algo que comer y ver pasar gente conocida con crashpads en su espalda es el sueño de todo escalador.
Es la habilidad de subir y apreciar el primer rayo de luz en la cima del olimpo o al final del día, hacer los mismos largos una y otra vez. Mis amigos, el lugar donde vivo, donde estudio, los trabajos que tengo, mis vacaciones todo gira alrededor de la escalada.
El regreso a casa se hace con muchos proyectos en la cabeza con la idea de algún día poder volver a realizarlos. Vamos de a poco, paso a paso, algún día estaré preparado para afrontar los desafíos que ofrece el macizo.